12/11/07

Acabo de llegar

Por motivos laborales hay días que me tengo que ir a dormir a Sevilla, Málaga, Tarragona o Huesca. Anoche me tocó málaga, en el paleolítico tren Talgo 200.

El hotel totalmente maravilloso, con bañera de burbujitas, gel de ducha, kit de afeitado (aunque no me sepa afeitar), aftershave (aunque siga sin saber afeitarme), gorra de ducha, kit dental, kit de costura, y todas esas pijadillas que nos gusta robar de los hoteles para ir a tirarlas en casa. Tras el primer ¡GUAU QUÉ CHULO! y tirarme en plan muerto a la cama de 4x4, llegó el baño eterno.



Habíamos quedado a las 8.25 abajo para volver a Madrid, pero eran las 8.35 y en la recepción no había nadie. En un primer momento pensé que se trataba de la puntualidad española y que aún faltarían diez minutitos para que aparezcan, pero por si acaso le pregunté al recepcionista si había visto a un par de chicos disfrazados como yo salir del hotel. Tras su negativa me relajé de nuevo.

Volviendo a Madrid, y en la típica charla de minidescanso, le pregunto a mi compi que qué tal ha dormido. "Muy bien, pero he tenido un sueño muy raro en el que mataba a un compañero de tripulación". Ni siquiera tuve tiempo de poner cara de que me parecía normal cuando me vino a la mente la portada de "Sucedió en el Ave". Ni sé de qué va el libro, pero en mi mente parecía claro (habiendo dormido sólo cuatro horas, conste). Desde ese momento huí de cuchillos de metal y del horno de convección como del diablo.

¡Al fin y al cabo estoy en casa!

1 comentarios:

Anónimo dijo...

yo... ya odio los hoteles y los accesorios envasados en los plastiquitos del baño.Y la supuesta esterilización de los sanitarios...

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